Una vez invité a Junior Pantoja a almorzar. Sinceramente la paso muy bien hablando con él.
Pidió una milanesa de pollo -lo de siempre. Cuando le traen el plato me dice: “Yo no puedo
comer esto… alguien me tiene que picar la comida…”. Piqué su pollo de tal manera que
pudiese comerlo. Tanto tiempo compartiendo con él y no había tomado conciencia de lo que
implicaba en su cotidianidad no tener un brazo. Lo perdió hace muchos años en un accidente.
Junior tiene una personalidad imponente y resuelta, de los que no se quedan callados cuando
algo les molesta. Fue concejal de Petare por su querido Barrio José Félix Ribas (2014-2018) y
es una figura insigne de su comunidad. Todo eso lo ha logrado a pesar de estar discapacitado
físicamente, porque su liderazgo es tan grande que no lo parece. Tanto tiempo compartiendo
con él y me hizo falta una milanesa de pollo para tomar conciencia de lo mucho que afectaba
su vida haber perdido un brazo en aquel accidente.
La conversación siguió y tocamos muchos temas. Junior siempre chistoso, los dos siempre
riendo.
Llegó el momento del postre y le pregunté: “¿tú qué quieres pedir?, puedes pedir lo que
quieras,” pero respondió: “No, no, recuerda que yo no como nada con azúcar; recuerda que
soy diabético”.
En ese momento recordé que no solo es discapacitado, sino que quedó discapacitado por un
accidente que se complicó precisamente porque es diabético. Es fácil olvidarlo pues tiene una
tan personalidad llena de liderazgo que su enfermedad y discapacidad física pasan a un segundo
plano.
Junior ha sido un innovador en su comunidad. Siendo discapacitado había implementado un
delivery para la recolección de basura en su barrio José Félix Ribas. Como en este barrio existe
una sola calle a la que tributan cientos de escaleras, él organizó a los llamados “mochileros.”
Los mochileros eran recolectores que iban por las escaleras buscando las bolsas de basura casa
por casa. Llegaban al último escalón, en lo más alto del cerro, para que nadie tuviera que bajar
a la avenida principal y también evitar que se acumulara la basura en la zona. Fue una iniciativa
innovadora e ingeniosa y eso ¡lo hizo él!
Zonas de Paz
Durante la Gestión de Carlos Ocariz no hubo zonas de paz en el municipio Sucre (Miranda).
Mientras la política del Ministerio de Interior y Justicia era promover las zonas de paz por todo
el Estado Miranda, nosotros nos opusimos vehementemente a la creación de estos espacios, no
solo en palabras sino en la práctica. Las zonas de paz eran básicamente una cesión del control
del territorio a grupos violentos, criminales, para que ellos se encargaran de la seguridad.
Nosotros nos opusimos a eso y a la formación de colectivos. Durante una década nada de eso
existió mientras que en el resto del país se propagaba.
Una vez que asumió la Alcaldía de Sucre una nueva gestión, todas estas prácticas se fueron
incrementando: se entregó poco a poco el territorio a grupos ilegales que fueron
fortaleciéndose con las rentas de una economía ilegal. ¡en Petare!

Hace unos años conocí a un criminólogo llamado Chris Stone, en una clase nos dijo que había
diferentes modelos policiales, y que el peor de todos era aquel en que el Estado no hacía nada,
cero patrullaje, y cuando se generaran muchos problemas en la comunidad el Estado mandaba
grupos de exterminio.
Eso es lo que ocurre actualmente en Venezuela., cuando hay muchos problemas envían un
grupo de exterminio como el FAES. Eso nunca resuelve el problema de la seguridad sino que
además genera nuevos problemas relacionados con la violación de los Derechos Humanos.
Puntos Calientes
Mientras trabajé en la Alcaldía de Sucre junto a Carlos Ocariz buscamos soluciones
innovadoras para disminuir la violencia. Durante el año 2012, después de haber recolectado
una gran cantidad de información, nos dimos cuenta de que el 80% de los homicidios se
concentraban en solo el 6% del territorio. Decidimos intervenir ese 6% del territorio con
presencia policial constante y con mayores niveles de inclusión social a través de la
recuperación de espacios públicos. Fue la primera vez que algo así se hacía en América Latina.
Yo aprendí mucho visitando cada uno de estos puntos calientes en los cuales se concentraba el
crimen, eso no solo me permitió conocer todos los barrios de Petare, sino además saber cuáles
eran los más violentos, normalmente eran lugares con mucho movimiento económico, donde
se generan rentas ilegales que las bandas se disputaban.
Además de aumentar la presencia policial diaria en estos puntos de manera aleatoria con visitas
diarias de 15 minutos. También se hizo un gran esfuerzo de inclusión social. Por ejemplo,
recuerdo que en la zona 10 de José Félix Ribas, tan sonada recientemente, colocamos Wifi
inalámbrico en las escuelas y en todo el Barrio para que las comunidades se conectaran desde
sus hogares. Había 40.000 conexiones diarias, se trataba solamente de una política de
conectividad e inclusión tecnológica, porque prevenir la violencia es generar oportunidades
para todos por igual.
Actualmente en Venezuela, y especialmente en las zonas populares como Petare no hay
Estado, no hay derechos de propiedad, no hay protección de la vida ni de los bienes de los
ciudadanos, las personas están a la buena de Dios. Por esto es que en muchos casos los
ciudadanos ven la protección del “malandro” como la única a la cual recurrir. La presencia de
un Estado (limitado valga acotar), está en la base de la civilización, lo contrario es la barbarie, y
eso es lo que existe hoy en día en las zonas populares como la Zona 10 de José Félix Ribas.

Junior Pantoja

Junior
Mientras personas inocentes y trabajadoras por su comunidad como Junior Pantoja están
presos, los verdaderos delincuentes siguen libres y a sus anchas en un modelo que le funciona
muy bien al crimen, que se enquistó en las estructuras del Estado y se sirve de él para la captura
de rentas y la persecución de aquellos que las ponen en riesgo porque quieren que reine la
Justicia.
Tener en estos momentos a un líder como Junior encarcelado es una muestra más de la
barbarie, de la injusticia, de la ausencia del Estado y de su incapacidad para castigar a los
verdaderos delincuentes. En Venezuela tenemos un Estado que solo es eficiente cuando
persigue a la disidencia política que amenaza sus rentas a través del cambio político.