El nuevo paquete de Maduro

Una vez más Venezuela es un barril de pólvora.

Lo sé por las colas de motorizados y médicos que injustamente esperan días para llenar su tanque de gasolina, mientras que los enchufados del regimen obtienen gasolina a través de sus amigotes corruptos de la GNB.

Lo sé también por mi contacto diario con pueblo de Petare que orgullosamente represento en la Asamblea Nacional. Cada día recibo decenas de mensajes y llamadas de los ciudadanos de mi circuito. Son cientos de miles de personas que viven del día a día, del rebusque y del trabajo de ocasión: moto taxis, empleadas del hogar, herreros, carpinteros, peluqueras…Sus despensas están vacías y las fuentes de ingreso se han secado con la cuarentena.

Sienten la amenaza del COVID 19, pero lo que sienten con más fuerza es el hambre – el crimen social que tiene un solo responsable – Nicolás Maduro.

El hambre es un fantasma que azota los hogares venezolanos, y con ella “la explosión social” que ronda por los pueblos del país: Cumanacoa, Araya, Upata, Punta de Mata, Santa Lucia del Tuy. Y lo vamos a ver con muchas más fuerza en las semanas por venir.

El nuevo paquetazo de Maduro

Decíamos hace unos meses que Maduro soltaba el poder económico para retener el poder político, tal como los hacía Stalin, por mero cálculo político, sin creer en las reformas que hacía, sino en su propia supervivencia. Esa “apertura” duró lo que dura la flor del heno, se agostó a la primera soleada de primavera.

La pandemia lo ha cambiado todo, una hambruna bíblica se cierne sobre Venezuela, ningún país de hemisferio enfrenta con tanta debilidad el COVID-19: sin sistema de salud, con 70% del PIB perdido en 6 años y en medio de una hiperinflación.

Lo que va a marcar 2020 es una mayor centralización el poder económico con el fin de retener el político. En un mundo donde las empresas petroleras van a la quiebra, Maduro que ya había quebrado al país, ahora se encuentra en una situación crítica.

El régimen no solo ha perdido la fuentes “ilegales” de financiamiento con el cierre de las fronteras que han llevado al mínimo el contrabando de narcóticos, oro y gasolina; sino que también ha perdido las fuentes “legales” con la caída de la demanda mundial de petróleo.

Los efectos de esta situación la vemos en la escasez de gasolina y de alimentos en los canales estatales de distribución. ¿Qué puede hacer Maduro ante esta situación?

Primero, la represión a nivel de las bases, los colectivos y el FAES han tomado el control de las zonas populares. Ellos junto al CLAP se encargan de asfixiar cualquier reclamo ciudadano por la falta de servicios públicos, por la distribución del gas. Incluso pretenden controlar quien entra y sale de las comunidades.

Segundo, seguir despilfarrando las reservas internacionales, y es que están rematando los lingotes de oro que quedan en BCV para comprar gasolina, manteniendo una política de dilapidación de activos nacionales. Esta vez usando vuelos a Irán para seguir mandando nuestro oro al Medio Oriente para pagar gasolina que viene de Trinidad y Tobago, gasolina que podríamos producir si no hubiesen dañado el complejo refinador nacional.

Tercero, revertir la perestroika de 2019, que tenía llenos canales de distribución -ante el “optimismo” en la desaplicación de la Ley de Precios Justos. Pretenden confiscar los inventarios privados de alimentos, que solo alcanza para alimentar al país por un mes. Están jugando con fuego.

Urge una Respuesta Humana

Consciente que este viraje era solamente una cuestión de tiempo, nos hemos mantenido activos en todo los niveles.

Al nivel de las bases, desde Alimenta la Solidaridad de Petare, además de las 4000 comidas que diariamente servimos, hemos comenzado un plan piloto de transferencias directas. Su alcance es sub-nacional. Y va a servir como piloto para un plan de transferencias masivas con apoyo de multilaterales ante un eventual Gobierno de Unidad Nacional.

Estamos asistiendo a un repentino colapso del consumo de alimentos, el trabajador venezolano ya se ha consumido la grasa de su cuerpo, y sin ayuda externa lo que viene es un desastre. La Cesta Petare está aumentando a dos dígitos semanales por primera vez en varios meses. El salario mínimo ha tocado un mínimo de 1$. Este despojo del salario del trabajador por la hiperinflación, y los nuevos controles sobre la industria agroalimentaria, hacen que Venezuela sea nuevamente un barril de pólvora.

A nivel de propuestas hemos insistido en que se requieren acciones urgentes y masivas, como un programa de transferencias directas que lleve 100$ a cada hogar del país. Lamentablemente hasta ahora desde el oficialismo han rechazado nuestra oferta, la única respuesta que vemos es un nuevo paquete económico de hambre, que busca proteger el centro del poder usando los inventarios privados como cortafuego, para evitar que el contagio llegue a Catia y Petare.

Maduro con la centralización del poder económico y por su obsesión de mantenerse en el poder ha sembrado el camino para que lleguemos a ser la primera hambruna del siglo XXI. Se requiere la unión de todos para evitar que ocurra.